Ahmed, tamally maak...




Hasta ahora no he podido describir con palabras lo más hermoso de mi viaje al Rif.
Se llama Ahmed y tiene 12 años, lo encontré por casualidad en un paraje perdido entre montañas y en ese mismo momento creamos un vínculo maravilloso.
El no hablaba mi idioma, yo no hablaba el suyo, ni falta que nos hacia ninguna lengua para comunicarnos. Ahmed cuido de mí cada instante de los dos días que duro nuestra aventura al Kelaa, cuido de mí con una delicadeza impropia de un niño de esa edad.
Jamás habría soñado un guía mejor y una experiencia tan maravillosa.
Tamally maak Ahmed!


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