El maestro alpinista

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La suerte me puso en contacto con un Maestro alpinista.
Su primera lección fue: “Todas las montañas son sagradas”.

Quiso decir que la creación entera, cielo, mar y tierra, era sagrada.
El que entiende lo que es un templo, sabe que el respeto a ese lugar debe extenderse a toda la materia. “La montaña entera está en cada una de sus rocas. Si dominas una roca, puedes escalar la montaña”.

Quiso decir que quien es capaz de llegar a la perfección en los detalles, realiza la gran obra.
“Acaricia la piedra como si fuera piel humana; siéntela; toma en cuenta cada milímetro; dale amor. ¡Ahí donde no lo hay, pon amor y obtendrás amor!”…

Nuestros sentimientos positivos deben ser sembrados, regados y esperados pacientemente hasta que fructifiquen. “En la dureza de la roca busca su blandura. Deja que la piedra se abra al clavo como la flor al rocío. La roca es tu espejo: así como la trates, ella te tratará a ti”.
Penetremos en la vida sutilmente, deslizándonos entre sus embustes, sin abandonarnos a lo desagradable ni a lo placentero.

Mientras menos cosas nos atrapen, más avanzaremos. “La roca tiene un ideal, que es el centro de la montaña. Tú ten como ideal el centro de la roca. Para triunfar, encuentra tu centro y únelo a los otros dos. Todo centro tiende a llegar al centro de la montaña. Ella es un imán. Si la comprendemos, podemos entregarnos, trepando a ciegas”.

La Conciencia tiende a ver el Todo, busca lo global, y el mejor sitio para ella es el centro del universo. En el corazón de cada ser está grabado el deseo de observar la Creación desde su centro. “Cada escalón que talles, te dará derecho a obtener otro. Si lo cavas mal, deslizarás. Olvida la cima y perfecciona ese peldaño: en cada paso te juegas el triunfo”.

Trabajé mal y resbalé. ¡Quedé colgando de una cuerda! El Maestro se acercó, ordenando: “¡No busques apoyo sólo en las rocas! ¡Pon el pie en mi cara! ¡No me respetes: úsame! ¡Mi cabeza es un punto de apoyo! ¡No me sigas: sigue a la cima!”.
A salvo, grité mostrando un suave sendero: “¡Por este camino es más fácil!”.
El Maestro siguió trepando por donde íbamos: “¡Sí, ese camino es más fácil, pero no lleva a la cumbre!”.

Jorodowsky





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